La etimología de la palabra triskel proviene del bretón: tri = tres y askell = alas, y podría considerarse un símbolo de movimiento y cambio. Cuando tiene cuatro brazos se le llama tetrasquel (conocido en vasco como lauburo –que quiere decir cuatro cabezas-), y cuando aparece con seis, nueve, doce o más brazos se denominan svástica flamígera.
Al triskel se le relaciona con el Sol y con el fuego. Los brazos curvos dan una sensación de movimiento en sentido rotatorio, por lo que parece una rueda en movimiento. Quizás imitando la rotación que, se creía, hacía el Sol. Se le considera un símbolo celta que posee una fuerte influencia indoeuropea. También se le considera un símbolo dispensador de gracias y bendiciones, y por añadidura protector.
Según la cultura celta, el trisquel representa la evolución y el crecimiento. Representa el equilibrio entre cuerpo, mente y espíritu. Manifiesta el principio y el fin, la eterna evolución y el aprendizaje continuo. Además, se identificaba con los tres elementos fundamentales: aire, tierra y agua. Tal representación tiene lugar ya que era frecuente entre los celtas, la utilización de tríadas: los dioses son a menudo trinidades, con tres nombres o tres aspectos. Esta tendencia al símbolo ternario –al trisquel-, facilitó el camino del sincretismo que permitió a los celtas adoptar el concepto de la Trinidad cristiana.
Entre los druidas simbolizaba el aprendizaje, y la trinidad Pasado, Presente y Futuro. Según esta cultura, los druidas eran los únicos que podían portar este símbolo sagrado. Como talismán, era utilizado para aliviar fiebres y curar heridas. Se han encontrado numerosos trisqueles en forma de petroglifos grabados en la piedra; tales vestigios son muy comunes en las comunidades autónomas españolas de Galicia, Asturias, Cantabria y País Vasco, convirtiéndose el citado símbolo en un icono representativo de la cultura celta, y reproducido en artículos turísticos y de mercadotecnia en la actualidad.
Petroglifo en el que se aprecia un trisquel |
En el norte de Europa, el trisquel o la espiral es símbolo del dios Odín, que es el Dios principal de la mitología escandinava, ocupando un lugar similar al del Zeus en la mitología griega, y se caracteriza por su carácter de cabeza de familia y líder de los demás dioses. También acoge a los guerreros caídos heroicamente en combate y sus almas son recogidas por las Valquirias en un gran banquete en la estancia del Valhalla.
Los trisqueles son símbolos comunes en todo lo céltico, sobre todo en lo relacionado la diosa de la Madre (La Tierra) evocando las interrelaciones entre las existencias materiales: la tierra, el agua, el viento, el cielo.
Como amuleto o talismán son símbolos protectores, de fuerza y abundancia ya que invoca a las fuerzas ancestrales que funcionan y han seguido funcionando a lo largo de la historia, recibiendo su portador todo lo positivo que simboliza.
Dice Pedro Palao Pons en su libro “El Libro de los Celtas” (2001): <<Desde el punto de vista espiritual, el triskel servía para dar paz de espíritu y estado de ánimo a aquellos que lo tocaban al tiempo que invocaban a sus dioses. El druida ha esperado durante mucho tiempo para tener sobre su pecho este elemento de culto y sabe que con la hoz, la vara, la virita, el caldero y el muérdago forma equipo de trabajo. Desde una perspectiva adivinatoria y trascendental, el triskel será la puerta que se abre para entrar en el plano energético de los dioses. Los druidas meditaban mirando al triskel, lo reproducían en sus claros de bosque y lo grababan en las piedras y en las cortezas de los árboles. El triskel les permitía entrar en estados alterados de conciencia. El giro de los brazos rematados con esferas era el detonante capaz de lograr el desapego de lo material alcanzando así la trascendencia. La verdad es que solo hace falta relajarse y observar un triskel para a lograr un estado de tranquilidad y paz interior. Si a todo esto le añadimos la ingesta de determinadas sustancias, seguramente alucinógenas, es muy fácil entender que los druidas viajaban al mundo de los espíritus con sólo ver o tocar su triskel.>>.
El trisquel. ¿Una representación divina, una alegoría solar, una puerta a otros mundos,…? En definitiva, es un símbolo misterioso, de origen celta e influencias varias –indoeuropea y nórdica seguramente-, y asimismo ciertamente desconocidas con exactitud. Todo un talismán para aquellos que creían en su poder.
Me ha encantado el artículo, camarada. Ahora sé más del colgante que llevo puesto. Saludos y espero seguir deleitándome con tus artículos.
ResponderEliminarMuchas gracias Ruth. Sabía que te iba a gustar.
ResponderEliminar¡Saludos!
Estimada Ruth, me ha gustado mucho este símbolo, sabes si es posible usarlo en un website? Estará patentado? No quiero infringir ninguna ley.
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