El gran pensador comunista de la
historia del siglo XX, Eric Hobsbawm, fallecido recientemente, escribió en su libro "Sobre la
historia" (1997) un capítulo dedicado a la historia contrafáctica en
relación a la Revolución rusa, titulado "¿Podemos escribir la historia de
la Revolución rusa?".
Eric John Ernest Hobsbawm
nació en Alejandría, Egipto, el día 9 de Junio de 1917 y falleció en Londres,
Inglaterra, el día 1 de octubre de 2012. Se crió en países de habla germana
aunque mantuvo el inglés como lengua materna, estudió en Berlín y más adelante
se mudaría a Inglaterra. En la Segunda Guerra Mundial participó en el cuerpo de
ingenieros del bando aliado. Ejercerció como profesor de Historia Social y
Económica en la Universidad de Londres y escribió numerosas obras como la serie formada por La era de la revolución, 1789 -1848 (1997), La era del capital,
1848 -1875 (1998), La era del imperio,
1875 -1914 (1998) o Historia del siglo XX (1995) que lo llevaría a ser uno de
los más conocidos historiadores marxistas.
En 2003, con motivo de uno
de sus viajes a España (era un apasionado de nuestra historia contemporánea),
Eric Hobsbawm declaraba a El País (12/04/2003), ante la pregunta, “¿Qué
significa el comunismo en el siglo XXI”? “En primer lugar, crítica al
capitalismo, crítica de una sociedad injusta que está desarrollando sus
contradicciones. El ideal de una sociedad de mayor igualdad, libertad y
fraternidad. La pasión por la acción política, el reconocimiento de la
necesidad de la acción colectiva. La defensa de la causa de los pobres y los
oprimidos. Lo que ya no significa es un orden social como el tipo soviético, un
orden económico de planificación total y colectiva: me parece que ese
experimento ha fallecido. El comunismo como motivación continúa vigente; como
programa, no.”
Este capítulo
("¿Podemos escribir la historia de la Revolución rusa?") fue la
conferencia Isaac Deutscher, recogida por primera vez en la obra de Hobsbawm
Sobre la historia (1997), que el autor pronunció en Londres en el año 1996. En
él, Hobsbawm reflexiona sobre la historia contrafáctica, realizando a lo largo
de todo su discurso preguntas muy acertadas tras la minuciosa exposición de los
hechos que condujeron a la Revolución rusa. Estas preguntas, tal y como el
propio autor nos expone, abanderan los importantes debates del siglo XX a cerca
de la Revolución rusa. Preguntas sobre lo que pudo haber sucedido si un hecho
en concreto, o una sucesión de los mismos, no hubiera acontecido de esa manera.
Se trata de conjeturas realmente; preguntas que comienzan con un <<¿Y
si...?>> y tratan de poner a los historiadores bajo la perspectiva de la
época para que den una visión seria de lo que podía haber acontecido, en lugar
de la historia de la Revolución rusa que tenemos hoy en día.
Sobre este tema, Hobsbawm
nos pone sobre aviso, ya que desde la caída de la URSS ha ido apareciendo nueva
documentación, que antes, por supuesto, era inaccesible. Estos documentos y
archivos son fuente de nuevos estudios a los que los historiadores actuales y
venideros especializados en la historia de la Revolución rusa se tendrán que
acoger para poder escribir una historia más completa; pues tal y como Hobsbawm
afirma, no se puede escribir la historia definitiva de algo, pero sí hacerla
desde el juicio y la razón, bajo el crucial papel que ejerce la objetividad y
la subjetividad en el historiador, como científico social que explica los
hechos que forman parte de la humanidad.
Además, el autor en sus continuadas preguntas
sobre la historia contrafáctica, nos presenta los distintos condicionales
contrafácticos a los que los estudiosos recurren. En palabras del propio
Hobsbawm <<la cosas podrían haber sido muy distintas si Lenin no hubiera
podido salir de Suiza hasta 1918>> o <<ningún historiador serio
esperaba que el zarismo durase hasta bien entrado el s. XX>>. La primera
pregunta intenta hacernos ver que la historia se hubiera desarrollado de otra
forma distinta si ese único hecho aislado no hubiera tenido lugar, pero debemos
recordar que la historia es un <<continuum>>. Sin embargo este tipo
de replanteamientos no tiene ninguna utilidad desde el punto de vista
analítico. El segundo de estos expuestos hace referencia a lo que se espera que
pase en la historia futura (suposiciones más o menos precisas, aunque este no
es el caso, o vaticinando futuros hechos). Asimismo, habría que ponerse en la
piel de los grandes dignatarios, como Lenin o Stalin, y en aquellos años, para
poder entender que la historia que va a contecer a veces no es tan fácil de
vislumbrar; que para hacer buenas y reflexivas preguntas de historia
contrafáctica es necesario ponerse bajo las circunstancias de cada persona y
cada época, comprender sus ideologías y los cambios de perspectivas de una
sociedad a otra.
El interés de este capítulo reside en la
propuesta de Hobsbawm para analizar la historia contrafáctica aprovechando las
fuentes informativas que han salido a la luz tras la caída de la URSS. Hay que
descartar una enorme cantidad de lo que se escribió en la época, ya que ahora,
con mucha más documentación disponible, esos escritos quedan obsoletos e
incompletos. Los antiguos libros servirán como historiografía, pero no ya para
contar la historia completa.
En resolución, este capítulo de Hobsbawm está
repleto de preguntas y conjeturas acerca de la Revolución rusa y contiene una
detallada exposición de sus antecedentes históricos, enormemente
ejemplificadas, lo cual nos ayuda mejor a entender el pensamiento plasmado que
el autor nos quiere transmitir.
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